Nora Strejilevich - Materiales - Exilio


 

El exilio: “No había llegado a una ciudad, sino a un estado mental”. (Reina Roffé. La rompiente)

El exilio se produjo intensamente durante las primeras semanas de represión en Chile y más paulatinamente en Argentina y Uruguay. Ya desde mediados de 1974 en la Argentina, es decir, aproximadamente dos años antes de que los militares tomaran el poder, muchos argentinos tuvieron que exiliarse, porque la persecución de los llamados subversivos comenzó para entonces. Se quemaron libros, se expulsó a artistas e intelectuales a raíz de sus convicciones políticas, se prohibieron algunos libros. Se calcula que, hasta 1982, alrededor de 2.5 millones de argentinos abandonaron el país. Muchos se fueron del país porque habían sufrido amenazas (como la cantante Mercedes Sosa). Como consecuencia gran parte de las obras que se produjeron en el extranjero estuvieron marcadas por el exilio, no sólo, porque ahí se produjo la rememoración de las experiencias traumáticas de la represión, sino también porque en el exilio se vivió la alienación cultural, y en ese contexto se replanteó la función de la literatura.


La literatura testimonial no es el único tipo de expresión literaria del exilio de la época. Hay obras que versan explícita o implícitamente sobre el exilio, que se acercan a lo autobiográfico o a la memoria. Estas han sido elaboradas exclusivamente como ficciones, sin ninguna pretensión de establecer un pacto de verdad con el lector.


Un ejemplo de novela que versa sobre la problemática del exilio cultural es La casa y el viento, de Héctor Tizón, escrita en España. La obra transcurre en el norte de Argentina, su tierra natal, donde el futuro exiliado construye el mundo de sus recuerdos. La narración se centra en la sensación de inconstancia e insignificancia de lo material que funda la identidad. La alternativa propuesta por el autor es la literatura, porque es una instancia permanente que no se desmorona como la casa y su lugar de origen, que no se abandona. La literatura, en tanto portadora de la cultura, acarrea la propia identidad.

La respuesta al exilio de otros escritores es totalmente distinta. Juan Carlos Martini por ejemplo, exiliado en Barcelona desde 1975, ve en su destierro español una especie de regreso a los orígenes, debido a que su familia venía de Italia y de España. El reencuentro con la lengua de sus antepasados y con su historia es un momento positivo de su desarrollo, que él ve como temporáneo. Sin embargo, el autor empieza a sentir que se encuentra en una "tierra de nadie" y percibe el conflicto cultural al que está expuesto. Esta percepción inspira sus novelas, que tratan el exilio no sólo temática sino también lingüísticamente. La vida entera, escrita entre 1973 y 1980 y publicada en 1981, ocurre en un lugar imaginario pero es obvio que se trata de la alegoría de una ciudad del interior de la Argentina. El tema es argentino y por eso usa el lunfardo--un lenguaje particular de Buenos Aires--pero lo combina con el lenguaje típico de Barcelona porque se dirige a un público con otros hábitos lingüísticos. Este híbrido no es sólo un producto de la mezcla de idiomas, sino que pone en evidencia el alejamiento paulatino de su país. En Composición de lugar, escrita en 1982-83 y publicada en 1984, el exilio aparece casi como un estado abstracto, y la lengua como un elemento totalmente desregionalizado, exiliado. Una variación más es Reina Roffé, en La rompiente (19.....) en la que se presenta un cuadro vívido de un exilio que no se ubica en ningún país en particular, se trata del exilio existencial, narrado en una lengua innovadora y desterritorializada. El país pasa a un segundo plano, en comparación con la angustia psicológica en la que se encuentra el exiliado.

Cada texto contribuye a un mejor entendimiento de lo que fue el exilio para los sudamericanos que tuvieron que abandonar su país en tiempo de dictadura.

 

 





© 2009 Nora Strejilevich