Proceso de Reorganización Nacional

Entrevista a Nora Cortiñas

Cuando asume la democracia y empiezan a escavar las tumbas NN en los cementerios, y a revolotear por el aire los restos con esas palas mecánicas, de manera que se destroza toda posibilidad de armar ese mapa nuevo de un cuerpo de una persona, porque se sacan los huesos mezclados de tres o cuatro personas, ese espanto... la sociedad, mal criada mal educada y mal informada, decía qué horror, yo no puedo ver más eso, no quiero que lo pasen más por televisión. No decían qué horror esto pasó, decían que no me lo muestren. Cuando sale el represor Scilingo y confiesa lo que había cometido (que había participado en los vuelos de la muerte), cuando la gente lo ve al represor y empieza a escuchar después de veinte años, y hay una juventud que quiere saber, de repente eso empieza a entrar en la conciencia colectiva.

Lo de Scilingo no era un arrepentimiento sino una acusación a las cúpulas, que se salvan de todo mientras a ellos --los que se ensuciaron las manos directamente -- los acusan por delitos "menores". Pero si bien es así, la sociedad empieza a pensar a mí esto me lo contaron y no lo quise creer. Cuando la gente veía que aparecían cuerpos la gente decía no puede ser, pero ahora tienen que asumir que esto pasaba, y no pueden decir no me lo muestren más.
Muchos creen que, después de veinte años, las heridas están cerradas. Al que no le tocó algo así, tan grave, no entiende que estas heridas no cierran. Esto es el gran misterio y la gran impotencia, pero no sólo no cierra, sino que uno no quiere que cierre. Yo no quiero que cierre porque mi hijo se merece que luche por él, en contra de esta metodología perversa y en contra de la perversión del ocultamiento, porque hay que seguir trabajando sobre la memoria histórica y el impulso proviene de que esto no cierra